martes, 27 de diciembre de 2011

¡FELIZ NAVIDAD!

El Hijo de Dios se ha hecho hombre, y ha puesto su morada entre nosotros... Que en este tiempo de Navidad que ya estamos viviendo hagamos espacio al AMOR que Dios nos regala y lo hagamos presente cuando volvamos a la cotidianeidad de nuestro trabajo. Que sepamos descubrirle en los acontecimientos y cada momento y en cada persona..... ¡FELIZ NAVIDAD!


domingo, 18 de diciembre de 2011

4º DOMINGO de ADVIENTO



«Alégrate». Es lo primero que María escucha de Dios y lo primero que hemos de escuchar también hoy. Entre nosotros falta alegría. Con frecuencia nos dejamos contagiar por la tristeza de una Iglesia envejecida  y gastada. ¿Ya no es Jesús Buena Noticia? ¿No sentimos la alegría de ser sus seguidores? Cuando falta la alegría, la fe pierde frescura, la cordialidad desaparece, la amistad entre los creyentes se enfría. Todo se hace más difícil. Es urgente despertar la  alegría en nuestras comunidades y recuperar la paz que Jesús nos ha dejado en herencia.
«El Señor está contigo». No es fácil la alegría en la Iglesia de nuestros días. Sólo puede nacer de la confianza en Dios. No estamos huérfanos. Vivimos invocando cada  día a un Dios Padre que nos acompaña, nos defiende y busca siempre el bien de todo ser humano. Esta Iglesia, a veces tan desconcertada y perdida, que no acierta a volver al Evangelio, no está sola. Jesús, el Buen Pastor, nos está buscando. Su Espíritu nos está atrayendo. Contamos con su aliento y comprensión. Jesús no nos ha abandonado. Con él todo es posible.
«No temas». Son muchos los miedos que nos paralizan a los seguidores de Jesús. Miedo al mundo moderno y a la secularización. Miedo a un futuro incierto. Miedo a nuestra debilidad. Miedo a la conversión al Evangelio. El miedo nos está haciendo mucho daño. Nos impide caminar hacia el futuro con esperanza. Nos encierra en la conservación estéril del pasado. Crecen nuestros fantasmas. Desaparece el realismo sano y la sensatez cristiana. Es urgente construir una Iglesia de la confianza. La fortaleza de Dios no se revela en una Iglesia poderosa sino humilde.
«Darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús». También a nosotros, como a María, se nos confía una misión: contribuir a poner luz en medio de la noche. No estamos llamados a juzgar al mundo sino a sembrar esperanza. Nuestra tarea no es apagar la mecha que se extingue sino encender la fe que, en no pocos, está queriendo brotar: Dios es una pregunta que humaniza.
Desde nuestras comunidades, cada vez más pequeñas y humildes, podemos ser levadura de un mundo más sano y fraterno. Estamos en buenas manos. Dios no está en crisis. Somos nosotros los que no nos atrevemos a seguir a Jesús con alegría y confianza.
(José Antonio Pagola)

miércoles, 7 de diciembre de 2011

3er DOMINGO DE ADVIENTO


TESTIGOS DE LA LUZ

La fe cristiana ha nacido del encuentro sorprendente que ha vivido un grupo de hombres y mujeres con Jesús. Todo comienza cuando estos discípulos y discípulas se ponen en contacto con él y experimentan "la cercanía salvadora de Dios". Esa experiencia liberadora, transformadora y humanizadora que viven con Jesús es la que ha desencadenado todo.

Su fe se despierta en medio de dudas, incertidumbres y malentendidos mientras lo siguen por los caminos de Galilea. Queda herida por la cobardía y la negación cuando es ejecutado en la cruz. Se reafirma y vuelve contagiosa cuando lo experimentan lleno de vida después de su muerte.

Por eso, si a lo largo de los años, no se contagia y se transmite esta experiencia de unas generaciones a otras, se introduce en la historia del cristianismo una ruptura trágica. Los obispos y presbíteros siguen predicando el mensaje cristiano. Los teólogos escriben sus estudios teológicos. Los pastores administran los sacramentos. Pero, si no hay testigos capaces de contagiar algo de lo que se vivió al comienzo con Jesús, falta lo esencial, lo único que puede mantener viva la fe en él.

En nuestras comunidades estamos necesitados de estos testigos de Jesús. La figura del Bautista, abriéndole camino en medio del pueblo judío, nos anima a despertar hoy en la Iglesia esta vocación tan necesaria. En medio de la oscuridad de nuestros tiempos necesitamos «testigos de la luz».

Creyentes que despierten el deseo de Jesús y hagan creíble su mensaje. Cristianos que, con su experiencia personal, su espíritu y su palabra, faciliten el encuentro con él. Seguidores que lo rescaten del olvido y de la relegación para hacerlo más visible entre nosotros.

Testigos humildes que, al estilo del Bautista, no se atribuyan ninguna función que centre la atención en su persona robándole protagonismo a Jesús. Seguidores que no lo suplanten ni lo eclipsen. Cristianos sostenidos y animados por él, que dejan entrever tras sus gestos y sus palabras la presencia inconfundible de Jesús vivo en medio de nosotros.

Los testigos de Jesús no hablan de sí mismos. Su palabra más importante es siempre la que le dejan decir a Jesús. En realidad el testigo no tiene la palabra. Es solo «una voz» que anima a todos a «allanar» el camino que nos puede llevar a él. La fe de nuestras comunidades se sostiene también hoy en la experiencia de esos testigos humildes y sencillos que en medio de tanto desaliento y desconcierto ponen luz pues nos ayudan con su vida a sentir la cercanía de Jesús.
(Comentario al Evangelio de Juan 1,6-8.19-28, por José Antonio Pagola)



viernes, 2 de diciembre de 2011

1er Domingo de Adviento

DESPIERTA

Ven Señor a nuestro tiempo, ven a nuestra vida. Acompaña nuestro caminar y nuestras esperanzas.


Cuando llegas todo cambia. Llenas los vacíos. Tranquilizas al espíritu inquieto. Nos levantas si es que andamos caídos, y quizás nos bajas los humos cuando vivimos de espaldas a ti como si fuéramos dioses. De golpe una palabra, o una parábola, o una imagen, se convierte en grito vivo para nosotros. No siempre es fácil hacerte sitio, y lo sabes, en medio de nuestras vidas superpobladas. Hay que quitarse muchas capas para acabar desnudos ante Ti, para que tu Verdad ponga un poco de sentido en nuestras seguridades y para que tu evangelio nos mueve hacia el prójimo. No es fácil. Pero las veces que ocurre, todo parece mejor. Así que no desistas. 

jueves, 1 de diciembre de 2011

ADVIENTO: TIEMPO DE ESPERANZA

Hemos empezado el tiempo del Adviento. Tiempo de preparar nuestra tienda al Señor que llega, al Salvador que se hace hombre, que se hace niño en medio de la noche.
El Adviento nos recuerda que estamos siempre en camino, que no estamos solos, que la vida es el espacio de encuentro entre Dios y los hombres, espacio de alegría, espacio de luz, espacio de belleza donde toda tristeza, fealdad y oscuridad se vuelve ante la mirada del Dios de la paz hecho niño en calma y paz.


Un tiempo para revisar cómo es nuestra vida e ir acercándonos a Jesús de Nazaret que se nos muestra a través de un niño que nace en el pesebre rodeado de humildad y sencillez.
Por ello desde la Pastoral del colegio queremos hacer participe de este momento a todos nuestros alumnos y a sus familias, poniendo a disposición de todos el material a trabajar en cada una de las 4 semanas de Adviento.